La prevención del contagio es sencilla: basta  revisar la cabeza de los niños una vez por semana, sobre todo detrás de las orejas y en la nuca y sólo iniciar el tratamiento si se observan liendres y/o piojos. Además se recomienda lavar el pelo a los chavales dos o tres veces por semana, mientras persista el problema en el colegio, al que habrá que notificar que el niño está infestado, limpiando los peines y cepillos con frecuencia y evitando compartir los útiles de limpieza personal, así como gorros o bufandas. 

Igualmente es aconsejable emplear una liendrera o peina muy fino, humedeciendo para ello el cabello con agua, estando desaconsejado el uso de lociones o champús como método preventivo.

En cuanto al tratamiento la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda la aplicación de permetrina al 1%, ya que es el pediculicida menos tóxico para el hombre, siempre que se hayan observado la presencia de liendres y/o piojos. La concejala de Sanidad, Amparo Gallego, quiso insistir en que “en las escuelas, todos los alumnos parasitados y sus familias sean tratados simultáneamente, ya que se pueden producir contagios entre los niños tratados y los que todavía no lo están, evitando que el niño parasitado asista a la escuela hasta que no siga el tratamiento, que habrá de repetirse a los siete o diez días de aplicado por primera vez”.